tercer tango del viudo
entras a la casa que compartimos durante nuestra juventud de saldos y préstamos
tiras al suelo los cristales
escupes
maldices cada parte de mi cuerpo
observas mis playeras de días
mis calcetines de semanas
rompes los cuadernos con mis enfermedades
para recuperar mi vida pasaron lustros
dormí en solitarias pensiones
perdí mi comida helada
vendí los cubiertos que podrían deletrearnos
llené la vitrina con tijeras
empeñe mi voz con tal de saberte en esa calle horrible como ciertas manos
recordé el claro día de tus piernas
la sencillez de tu pubis
el gusto de tu espalda por las paredes
el tenue olor de las axilas
ahora sé la cantidad de muertos y desastres que nos separan
reconozco que estuve pegado a ti como un caballo
como un joven que necesita oler la sangre de su primer matrimonio