bob dylan

Nunca me gustaron demasiado los desayunos acompañada, ni las serenatas bajo la luna, ni las lecturas religiosas. Preferí siempre el caos al orden, la cerveza al vino tino, las manos a las bocas, las flores secas en los jarrones a los imponentes ramos de rosas.
Entre tanto cielo lavanda fui más de pisar suelos mugrosos y calles abandonadas de noche. Un viaje constante al país de Alicia en su versión más oscura y silenciosa. De grande, un fuego de origen desconocido se llevó a mi amor mientras yo, fumaba tranquila de madrugada y bebía té indio envuelta en una manta azul. Fue el día de cumpleaños del viejo Bob.


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