[el brindis del bohemio]
en la sala caldeada de buenos deseos,
alguien de los reunidos dijo: propongo
un minuto de silencio por los caídos,
y todos accedieron,
víctimas y verdugos agruparon sus bocas
brevemente selladas
alrededor de la hoguera donde
algunos leños carbonizados aún crepitaban,
(bajo el dosel de hierba,
uno de los caídos se agitó convulso:
tengo una pesadilla, murmuró quedamente)
Becerra en