Ladakh Saspol, mayo 1997. |
Ángel Campos Pámpano
(1957-2008)
El pie desnudo, una elegía
“… La sed de lo perdido es una vocación,
una morada, de la que nace la sola voz vivida al filo de la
noche…”
ACP
una morada, de la que nace la sola voz vivida al filo de la
noche…”
ACP
Una huella de luz recorre el día,
acorta la distancia entre la fiebre y la espera.
El cansancio se afirma , acude al miedo,
culmina su tarea en el límite mismo
de una vida que busca permanencia,
una razón de ser ajena al sufrimiento.
Durar así no es necesario. Es una desmesura
tanto dolor, tanta vigilia inútil.
Que la memoria, rendida, se quiebre
como el cristal del agua, como una madrugada
fría, sin pájaros.
acorta la distancia entre la fiebre y la espera.
El cansancio se afirma , acude al miedo,
culmina su tarea en el límite mismo
de una vida que busca permanencia,
una razón de ser ajena al sufrimiento.
Durar así no es necesario. Es una desmesura
tanto dolor, tanta vigilia inútil.
Que la memoria, rendida, se quiebre
como el cristal del agua, como una madrugada
fría, sin pájaros.
Hay un jarrón con flores lilas al borde de la muerte.
Una mujer de espaldas
rosas rojas
limones
contra el fondo moteado y simple del paisaje.
Que su pintura no fue sino la urgencia
de vivir o estallar en cualquier parte,
la impaciencia de darse a tanta muerte,
a tanta soledad, a tanto frío,
y a ese ritmo sordo que va creciendo adentro
y que no puede compartirse.
de vivir o estallar en cualquier parte,
la impaciencia de darse a tanta muerte,
a tanta soledad, a tanto frío,
y a ese ritmo sordo que va creciendo adentro
y que no puede compartirse.
Hay un autorretrato de torero
y un homenaje a Munch
y un bodegón azul con un cuchillo,
como un silencio plano
que engendra el grito,
la herida abierta
el dolor final
del pie desnudo
Sin la menor piedad llega la muerte,
un medroso delirio que deslumbra
como un escalofrío
Se estremece
la voz que ya es ceniza, testimonio
viciado del vacío, reverso de otra forma.
No cabe otro sosiego que albergar el silencio,
que habitar esta ausencia a flor de tierra,
mientras la edad oscura de la sangre
alcanza la herrumbre minuciosa
del último latido.
un medroso delirio que deslumbra
como un escalofrío
Se estremece
la voz que ya es ceniza, testimonio
viciado del vacío, reverso de otra forma.
No cabe otro sosiego que albergar el silencio,
que habitar esta ausencia a flor de tierra,
mientras la edad oscura de la sangre
alcanza la herrumbre minuciosa
del último latido.
De su libro
La vida de otro modo
(Poesía, 1998-2008)
Calambur, 2008
Grandes Obras de
El Toro de Barro
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