Tras varios años sin verse, Charlie Blakeman se reencuentra con Sophie Wilder, una antigua novia de la universidad. Se conocieron en un taller literario y enseguida Charlie se percata de que Sophie es diferente: mucho más crítica, mucho más inteligente y mucho más dotada para la escritura que cualquiera de los alumnos del taller; no obstante ambos consiguen publicar un primer libro y, mientras que la novela de Charlie pasa casi desapercibida, el libro de relatos de Sophie cosecha buenas críticas y un número estimable de lectores. Su relación se basa en largos paseos, casi como dos flâneurs, conversando sobre libros. De vez en cuando discuten y Charlie sabe que Sophie queda con otros chicos en esos intervalos. Ella no lo esconde y él lo acepta. En uno de sus últimos encontronazos, Sophie conoce a Tom, que le invita a pasar las festividades en su casa, junto con su tía Beth. Este hecho cambia la vida de Sophie. Se consolida la relación con Tom, acabarán casándose, y la católica tía Beth y su biblioteca personal hacen que Sophie se cuestione todo su pasado. Finalmente, abraza la fe católica.
Así pasan los años, contando en primera persona la vida de Charlie y en tercera la de Sophie, en un flashback constante. La vida de Sophie da un nuevo giro cuando aparece Bill Crane, padre de Tom y que ella creía muerto. Está gravemente enfermo y, ante el rechazo de su hijo, decide que ella misma se ocupará de él.
Tras el encuentro fortutio entre ambos, Charlie cree que es el momento de retomar la relación puesto que Sophie realmente es el amor de su vida. Pero Sophie desaparece de nuevo.
Una vez más, el talento y el olfato de Luis Solano, el editor de Libros del Asteroide, y de sus colaboradores (imagino), nos pone sobre la pista de un autor novel, capaz de construír una novela con los temas recurrentes de la narrativa, dándoles un enfoque diferente y centrándose en el aspecto religioso, poco o nada trabajado en la narrativa contemporánea.