Mary Ann Clark Bremer: El librero de París y la princesa rusa.
Periférica. Traducción de Hugo Bachelli.
Dedico una segunda microcrítica a esta autora, la dama de pulcra elegancia. Sus dos primeros libros (Una biblioteca de verano y Cuando acabe el invierno) fueron descubrimientos fortuitos. Este, por el contrario, ha sido intencionado.
Años 60, París. Un librero y una noble rusa. La guerra y sus trágicas pérdidas. Jean-François de Bastide como murmullo de fondo. Clark Bremer es testigo y cronista de un amor interrumpido por una inexplicable desaparición.
Anécdotas mínimas incrustadas en libros y lecturas. Recuerdos engarzados en un collar de perlas. Frases transparentes. Comas de nailon. Literatura sin trampas, libre de pedantería. La oscilación del pecho se detiene: sí, el placer perturba. Nácar. Suavidad proustiana. Cofre forrado del mejor terciopelo. Piedras que huelen a sándalo y especias. Belleza que no hace falta descifrar.
«Jean-François de Bastide murió en Milán muy pobre. Según las crónicas no había objetos bellos a su alrededor: había tenido que venderlos todos para sobrevivir». A Robert Louis Stevenson lo recogió hambriento y moribundo, en América, Fanny, su primera y única mujer. Anaïs Nin y Henry Miller imprimían ejemplares de sus obras en casa para distribuirlos entre amigos y conocidos. De esto no hace tanto. Sucedía antes de ayer. Regresamos tal vez al malvivir literario y sus artesanías.
En mi opinión (lanzo aquí un tímido pero), como título hubiera resultado más lógico y certero La princesa rusa y el librero de París (del original Notebooks II. People, Scenes I).
«Pólvora y magia; esplendor y sueño». Se traduzca como se traduzca, espero abrir pronto el siguiente cuaderno.
* Voor Ella Nelisen, grote Russische dame.