Los días porosos














VIAJAMOS PARA COMPROBAR que los países de los mapas existen, para buscar las habitaciones de aquellos que hemos leído, para caminar las calles que aparecen en los documentales. En el avión a diez mil pies de altura uno imagina llegar al control aduanal y encontrar un espacio en blanco, vacío, imaginar que el extranjero es una historia de aventuras, una crónica de paisajes y personas afantasmadas. O pensar, como esa niña que vi jugando en un aeropuerto, que las naciones inician cuando cruzas la puerta de bienvenida. Ahora sé que un país comienza antes, en las fotografías y los cuentos, en los rumores y la mitología que contienen su nombre.



Los días porosos





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