Fiódor Dostoyevski: El eterno marido.
Alianza. Traducción y nota preliminar de Juan López-Morillas.
Pavlovich, eterno marido, se embauca en la aventura de conocer a los amantes de su esposa muerta. A la par, intenta volver a casarse, por supuesto. Entre los amantes busca (y encuentra) a Velchanímov, padre de la criatura que Pavlovich, hasta recién, había creído su propia hija.
No importa de qué nos hable Dostoyevski. Con cualquier argumento desmenuza lo que somos y extrae nuestras infectas notas básicas. La verdad se envuelve en pliegues hondos. Lo sencillo no existe, ningún sentimiento es nunca completo. Todos albergamos contradicciones de conciencia.
«El monstruo más monstruoso es el monstruo de nobles sentimientos». El eterno marido luce, frente al imperfecto Vechanímov, como un risible papanatas. Un borrachín de buenas —y en la práctica fatales— intenciones. Pavlovich es, ante todo, un estado civil. Un don nadie, un tontorrón.
La historia transcurre durante las noches blancas de Petersburgo. Escrita en 1870, tras El idiota, es una obra del periodo de «plena madurez» de Dostoyevski.