Lev Tolstói: Contra aquellos que nos gobiernan.
Errata naturae. Traducción de Aníbal Peña.
Estamos en 1900. Tolstói tiene 72 años y vive en su Yásnaia Poliana natal, adonde ha regresado azotado por severas crisis de conciencia que lo conducen a vivir de acuerdo a sus principios conquistados: el vegetarianismo yla vida en la naturaleza, la renuncia al lujo, el trabajo en comunidad, el anarquismo político y espiritual y la no violencia. En este entorno rural trabaja como zapatero y funda una escuela para los hijos del campesinado donde, entre otras cosas, es profesor —al aire libre— de gimnasia.
Contra aquellos que nos gobiernan es un alegato, en el marco de la producción fabril e industrial, contra la explotación de la humanidad por parte de una minoría privilegiada. La esclavitud continúa: «No se inutiliza un instrumento de servidumbre hasta que no hay otro preparado». Para seguir procurándose comodidades, la minoría dominante impone a sus semejantes condiciones de vida asesinas. El orden social, apoyado en la violencia organizada, sirve a los intereses de unos pocos.
Tolstói anticipa la multiplicación de las necesidades superfluas y el consiguiente saqueo del planeta. «Llegan al poder siempre aquellos con menor integridad moral y los más desprovistos de valores éticos». Según él, debería imperar el bien común, una existencia conforme a las leyes de la conciencia.
Durante sus últimos años, mantiene correspondencia con Gandhi, cuya doctrina recoge la influencia de Tolstói.
Llamémosle revolucionario, llamémosle gruñón. Contra aquellos que nos gobiernan podría (sub)titularse Contra lo que aceptamos como el orden de las cosas. Esto lo escribo en un país democrático que en 2014 mantiene y venera a sus monarcas. El próximo 27 de abril (fiesta nacional) se vestirá de naranja y celebrará el cumpleaños de su rey, previo desfile multitudinario.
Prefiero celebrar a Tolstói. Hipiripí, hurra.