júpiter arriba


Bajo un cielo rojo
sus labios se deshacen
mientras mastica silencio.
Las manos le sudan
flores mustias.
Júpiter se ve precioso aunque
las estrellas perdieron su brillo.
Es domingo. La música suena lenta
y triste
-consuelo por instantes-
como intentar  retener el sol en la noche,
en vano.
“El mundo se derrite pero
la belleza persiste”
recuerda haber leído una vez
en una calle.
Tal vez la belleza destinada a ella
no sea otra que,
ése cielo rojo bendecido por Júpiter
-no Venus-
las estrellas apagadas
-pero firmes por momentos-
o el humo del cigarrito
perfumándole el cabello en la obscenidad absoluta
y oscura y solitaria
mientras pierde la vista hacia
el techo sucio y húmedo
de un baño de azulejos verdes
con un espejo bonito y de cristal,
plena de esperanzas
al observar su reflejo pálido en él.
Sí. Reconoce a la hermosura
en esos pequeños detalles.
Todavía mística creyente de palabras
-las que son y las que no serán jamás-.
se rehúsa a renunciar a
ésa belleza simple, pura e infinita
que le perfora de lado a lado el corazón.





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