Solo de viola, de Antoine Volodine


Tenía ganas de leer algo de Antoine Volodine, un autor nacido en los 50 con una extensísima bibliografía (que aquí apenas conocemos) y un sinfín de pseudónimos. Y he empezado por Solo de viola, que es una obra breve (106 páginas) en la que el autor plantea una distopía en la que las ciudades son dominadas por el partido frondista, invento que nos remite a los totalitarismos. No conocemos el año y el argumento se desarrolla a lo largo de un día (una tarde y una noche de mayo, una mañana de junio) y empieza con tres presos que salen de un penal y acaban acudiendo al concierto de un cuarteto de cuerda, pero también nos relata la historia de un escritor que pretende acudir a ese mismo concierto. No quiero extenderme más porque es mejor concentrarse en su prosa, en su potencia narrativa, y os dejo con el inicio del libro:

Es la historia de un hombre. De dos hombres. En realidad, son tres. Aram, Matko y Will MacGrodno. Las puertas del penal se cierran detrás de ellos. Golpean. El choque entre las articulaciones de hierro produce el mismo chirrido estruendoso de costumbre; como vagones que descarrilan de repente y se encastran entre sí. El mismo estrépito ensordecedor que de costumbre. Aunque con una diferencia. En lugar de escuchar los ecos que se pierden por los corredores, las escaleras, el tragaluz, hoy están los tres parados en una calle tibia. Altas murallas se alzan por encima de ellos, tan repulsivas como las que delimitaron su universo durante cuatro años. Pero, sobre el cemento que conocen bien, el sol ya no está enrejado.


[Adriana Hidalgo Editora. Traducción de Ana Becciú]

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