Francesca Woodman |
no es que pensemos un futuro intransitado
es
que cuando los pies arrastran enjambres de hipocampos
el deseo se enajena como
atravesando fuelles de narraciones sin sentido
por ejemplo,
no recuerdo si la tortuga de mi madre aun está con vida.
tal vez
aquello que nos heredó la tragedia que arrastramos
pasó a formar parte de la euforia inasible de los días.
posiblemente la tortuga esté viva.
de haber muerto lo recordaría pero
el desgano de enumerar lo inconcluso
hace mella en cualquier escondite de la memoria.
cuando nos adentramos al círculo, sabemos que todos los costados
son intocables. es por eso que
no importa si en lo que crees sucede. La realidad es que
no importa lo que creas.
giramos y no nos tocamos,
de la misma manera que la retórica de las preguntas:
con cuantas personas te acostaste últimamente? cuántas de esas veces quisiste irte antes de comenzar a sacarte la ropa? cuántas te dolieron?
fuiste capaz de mirar al menos a una de ellas a la cara? de contemplar sus rasgos, acariciarle la boca, hacer consciente que lo que querés que dure
es aquello que te permanece por debajo de la piel,
y no el orgasmo. no importa el orgasmo, o acaso
nunca deseaste que llegue rápido para que las actuaciones terminen,
para que puedas acostarte solo
con la cabeza tapada,
como la tortuga
adentro del caparazón,
intentando arrancarte la vergüenza de creer en todo
de no entender nada;
para no admitir que contás el paso del tiempo con los dedos
-de a minutos-
como esperando que alguna vez descubras si es que está pasando demasiado rápido o
demasiado lento;
intentando entender si lo que sucede en medio
es la vida o
el intermedio
hasta que la vida llegue.
descontracturamos la carga de lo que nos pesa.
los dolores de oído, las faltas.
nos enseñaron que si pintamos con colores el caparazón
dejamos de respirar
entonces salimos a la calle.
está invadida de estalactitas y llamamos a madre.
la tortuga vive.
come lechuga y a veces manzana.
va lenta. camina lenta, pero cada tanto, se asoma y nos mira.
es como si nos quisiese, dice madre.
como si entendiese lo que pasa, mucho más
que lo que creemos entender nosotros.