sin convite a tu fiesta de fantasmas

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
creció otra columna vertebral 
otra garganta que no produjo sonido hasta la adolescencia
cuando la abeja febril hizo sinfonías de agujas
un doble de pulmones
para a los 14 desplazar lo que había sido yo 
parar borrar al que era
para partir el aire de una manera distinta
como si llevara una sombra que devorara mi organismo
un animal que se nutriera de mi páncreas
para abrir cada una de mis costillas
y enredarse en el laberinto de mis arterias
un animal y una sombra
un organismo que utilizaba mis músculos para sostenerse
para desgastar mis nudillos
para trenzar mis pupilas
un organismo que se sirvió de mi hígado
para evitar que yo muriera a los 16
cuando planeaba caer en un anden
cuando deseaba separarme de mis padres
pero no me atrevía
porque la manera de decirles adiós
es enterrar las uñas en su garganta
mientras cantas sobre espejismos 














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