plegarias



¿Quién intuirá la desesperación de los desvelados?

José Sbarra


Camino en profundidades obscenas a pesar de la luz anaranjada, radiante, casi pura. Las tinieblas siguen consumiendo mi alma inocente, a veces casta de palabras enamoradas o incluso amables.
Caigo en el silencio gris de noches que nunca son noches aunque el reloj marque las 23 p.m
Una mañana insulsa sin diarios, café o flores sobre la mesa.
Música traicionera que suena a todo volumen en el norte, mientras en mi sur sólo el sonido de campanas de una iglesia lejana.
Dios -no quisiera decir que es malo- parece haberse olvidado de mí hace tiempo.
Rezo sin gozar plegarias antiguas que se evaporan al aire para nadie
lo mismo que el humo del cigarrillo que sostengo entre mis dedos amarillentos.
Parpadeo y duermo. Duermo en una caja de cristal quebrado,
en un bosque ausente donde no llegan los pájaros, clonazepanes o siquiera besos.

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