Que si podía ir al funeral de su marido, eso fue lo que me dijo por teléfono mi ex mujer. A mí me pareció algo fuera de lugar, qué pintaba yo allí, pero ella me recordó mi vieja amistad con el hombre que me había arrebatado a la mujer de mi vida. «Ya sabes que Paco te apreciaba mucho», me dijo, «él no quería hacerte daño, son cosas que pasan». Está bien, tampoco voy a hacerle un feo al muerto, pensé, que no se diga que soy mala persona. Así que allí estaba yo el día del entierro, con un tiempo de perros, pasando frío e intentando consolarme pensando que estaba muerto aquel amigo traidor que se había estado viendo a mis espaldas con mi señora. Paco, no somos nadie, quién te iba a decir que íbamos a acabar así. Seguro que todo te parecía de color de rosa cuando te encamabas con Mercedes, pero ahora tú estás muerto y yo estoy vivo. Y pensar que estuve a punto de matarte por robarme la mujer, cuando sólo tenía que esperar tres años.
Me saludó Mercedes con dos besos y un abrazo. Te acompaño en el sentimiento, dije yo, aunque era mentira. Noté que se me había puesto dura, creo que ella también se dio cuenta, pero no dijo nada. Qué guapa estaba. Maravillosa. Fantaseé durante un rato con la posibilidad de follar con ella sobre alguna tumba. La de Paco, a ser posible. Qué frío está el mármol, diría ella. Polvo eres y en polvo te convertirás, diría yo, por hacerme el gracioso. Pensé también que sería bonito dejarla embarazada, engendrar un hijo en un cementerio, por llevarle la contraria a la vida, por desafiar las reglas de lo normal. Hijo, le diría, a ti te engendramos sobre una tumba, sobre la tumba del difunto marido de tu madre, que antes fue amigo mío. Pero ¿y si el niño me respondía que lo sabía? Lo sé, Antonio, yo estaba allí. ¿Paco? Sí, me he reencarnado en tu hijo, ¿te pareció correcto lo de follarte a mi viuda sobre mi cadáver recién enterrado? Yo qué sabía, Paco, en ese momento me pareció buena idea. Pues fue una canallada, me respondería mi hijo mirándome con los ojos de un muerto. Este niño no está bien, hay que meterlo en un internado, le diría yo luego a Mercedes. Uno con mucha disciplina y castigos corporales.
No, quizás lo del sexo con tu ex mujer tenía más inconvenientes que ventajas. Mejor dejarlo como mera fantasía. Y me quedé mirándola en silencio preguntándome si la ropa interior que llevaba sería también negra.