Nunca soñé
con ser princesa.
Me dan arcadas
las comedias
de amor americanas.
Pocas veces
me regalaron flores.
Pero hoy,
no me importaría
que apareciera
un príncipe
-no necesariamente
azul,
no soy racista-
que me sacudiera
a polvos
la tristeza.
Y después
que se vaya
a cazar ranas.