Me desdigo a veces con un beso en los labios,
con los labios a besos,
y en la boca una urgencia.
Llevo en el moño este afán desmedido
de la inercia,
de dejarme caer de bruces
en tus instantes.
Ya no sé tú, ya no sé yo,
Ya de mí, ¿qué sé?
No sé cuánto, ni a qué hora tampoco.
Ni del ahora me sé.
Pero todavía quepo en tus palmas, colmada de vértices,
y me acomodo a la euforia
en cada uno de mis aterrizajes forzosos.
Allí todo son aciertos.
Una escapada sin mochila hacia el ocaso.
Y sí.
Siempre hay un prodigio cuando nievas en verano.
Y sí.
Siempre hay un prodigio cuando nievas en verano.