infinito

María y yo.



para María Sotomayor,
mi hermana de caminos.




hoy por la mañana limpié mi casa de esperanzas.
arrastré hasta el incinerador
pesadas
cajas
de todo.



al mediodía intenté deshacerme de las dudas:
evacué de mi cuerpo pequeñas láminas de piel que,
como microscópicos ácaros
penetran con destreza el aliento imperceptible del
dolor.
guardé en frascos de conservas boletos de tren,
guías de ciudades imaginarias, anotaciones en tickets de comidas al paso.
hojas de enredaderas muertas y trozos de mí,
lamidos en pasado.



por la tarde la llamé a maría. su voz suena risas e incienso
le digo que no entiendo: todo aquello que desollamos y creímos cerrar
está sangrando por sus cicatrices.
ella me dice que Madrid está frío.
que lo que coagula por dentro es el infinito envuelto en granos de arena.
quiero mantenerme en silencio pero no puedo.
desde mi ventana
estoy viendo todos los monstruos que nos rodean.
si tan solo pudiésemos desentrañar la devastación que nos arrumba.



por la noche me vuelvo pequeña
ínfima
una inidentificable porción de lo que fui
-ya he entregado todas mis palabras de amor-

y lloro
hasta romperme.






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