Me encanta cuando eres tan impúdico y te noto las ganas. Me gusta que dejes que tu dignidad se haga líquida al verme. Lo elemental va por delante, ¿verdad? Lo primero. Lo esencial. Aquello que nos arrastra de manera irresoluble. Aquello que no entiende de códigos ni de formalidades. Y sí, ahora, con esos ojos de perro, con esos ojos de hambre, haciendo acopio de contención y sensatez, recogiéndote sobre el asiento, pero tan fuera de ti, estás tan animal… voy a dejarte un ratito más a ver hasta dónde aguantas.