Finis terraE
Despierto y oigo un mirlo
que disputa al silencio su reinado.
Vuelvo a cerrar los ojos.
La mañana es un tren que se avecina
en la estación desierta.
Todos duermen,
nada, sino la voz del mirlo
deja pensar que el mundo está existiendo.
Como si, solos,
el mirlo y yo que escucho,
no muy despierto aún,
mantuviéramos viva
la conciencia del mundo.
Por eso, cuando el mirlo calla más
que de costumbre,
vacila la existencia, se adelgaza,
más leve que el rocío,
se desvanece su
fragilidad en humo.
De su libro
Adelántate a toda despedida
Pre-textos, Valencia 2005.
Otros poemas de Arturo Tendero
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP: 8 eurosPedidos a: edicioneseltorodebarro@yahoo.es |
Yo, que he sobrevivido a cien lanzas
y he hecho temblar el vientre
del desierto con uno solo de mis carros,
perdí ante tus ojos mi última batalla.
Ser cobarde en amor equivale a estar muerto.