Alejandro Morellón publica La noche en que caemos. Pues qué bien titulas Alejandro Morellón, qué hermoso título. Es su primer libro según biografía en la solapa, lo de las biografías en las solapas se merece un tema a parte, yo creo que deberían escribirlas notarios o funcionarios de prisiones o algo así, desde luego, no los propios escritores. Perdón, que me voy del asunto. El asunto es La noche en que caemos de Alejandro Morellón, qué hermoso título Alejandro. Es un libro de cuentos. Es su primer libro. Ha ganado un premio. Hasta aquí todo bien.
Tiene nuevo cuentos que paso a describir sucintamente:
TA I: Una mujer rompe aguas, monta en un taxi (sin la x) con su marido para ir un hospital al que nunca llegará, de hecho nunca saldrán del taxi. Vivirán junto al taxista conduciendo por carreteras y más carreteras. Vivirán con su hijo y luego con sus nietos hasta que mueran, nunca saldrán del ta i, junto a un taxista adicto a Machín. Es un buen cuento porque parte de una bonita metáfora pero no deja que la metáfora le coma y relata con hermoso realismo una locura.
Cuando el niño era niño: es un gran cuento con tinte borgeano kafkiano (hay mucho Borges en estos cuentos. El relato de un niño que permanece niño por la eternidad. Magistralmente narrado.
Subterráneo: también borgenao (ojo: se dice borgeano y no borgiano ¿por qué? porque así lo dijo él, Borges), un niño decide no salir de la cama hasta que no tenga que vivir todas las mierdas que tiene el vivir, el espectro del otro recorre el cuento. Bien.
Diana sigue sin venir: cuentito corto sobre una secta y el amor, bah, sin más.
La noche en que caemos: pese a ser el cuento que da título a libro es el peor de la colección. Me quedé a la mitad. Demasiada noche y demasiada gente hablando en la cabeza del protagonista.
Plato de sopa sin retorno: remontamos un poco con un cuento corto y tonto pero divertido sobre un niño cenando con su madre y su padrastro en un bar. Risa y miedo al mismo tiempo.
La herida: Un hermoso relato en capítulos de dos ancianos esperando a que venga a visitarlos su hijo con sus nietos. Como siempre el extrañamiento que hay en todos los cuentos y que provoca cierta incomodidad interesante. Vale.
El palíndromo de Nadia: Buena idea que uno ya ha visto y leído tropecientas veces. Sólo idea.
Una máquina excelente: intenso cuento para acabar sobre la contención y el abandono que logra que el lector (o por lo menos yo) se retuerza en su asiento y produzca pequeños grititos o hipidos o díálogo entre hienas, se hacen una idea.
Acabo el libro con cierto sabor agridulce (como el cerdo) y con el pensamiento de que pese a haber mucha noche, estos cuentos hablan en realidad de la familia, o surgen de cierto desorden familiar, de cierto anhelo de normalidad o de la certeza de su imposibilidad. En fin, el libro es como escribir esta reseña: entretiene el día pero luego nadie se acuerda.
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