Me mordiste la pierna en un arrebato de pasión. Estabas sobre mí a punto para la invasión. Las propiedades de la suma te las dejo para ti, yo soy más de letras y de humanismo pacifista.
Tienes la mente fría.
Úsame, pero con moderación, sin destrozarme el corazón, sin ataduras estúpidas, sin rencores. Búscame en el polo norte, yo te daré calor en tus noches disipadas de burbujas inútiles. Bésame, pues no lo haces lo suficiente, mente fría. Parece ser que eso significa para ti algo más trascendental, algo que va más allá de lo íntimo. No quiero nada de ti, sólo encuentros dispares en ocasiones contadas.
Ahora sigo con la invasión, estás encima de mí y me muerdes la boca, pero sigues sin besarme, me rehúyes constantemente, y yo tampoco te busco. Me dejo llevar como la corriente electrizante que recorre nuestros cuerpos semidesnudos. No hay apenas pasión, no hay sabores ni olores peculiares, todo es aséptico, frío, inconsciente.
Madura mente fría, madura. Soy toda una mujer, pero tú no te has dado cuenta.