Refrítica

refrito

Comienza el año y uno hace balance de los libros que ha leído el último año y de los que le gustaría leer el año que viene. Comienza el año uno enfermo de las vacaciones (las vacaciones de Navidad son las únicas peores que el propio trabajo), metido en la cama, escribiendo este post en el que uno quiere decir que bah, no quiere decir nada, quiere regodearse en el entretenimiento, dejar que los dedos se muevan un poco en el teclado, a ver si cogen ritmo, después de dos semanas sin escribir nada. En fin, que uno se para y piensa que no se va a leer todos los libros que hay por una cuestión de muerte y que tampoco se va a leer todos los libros que hay por una cuestión de no apetecer.

Teniendo en cuenta este principio de imposibilidad lectora y añadiendo que uno se encuentra en el exilio capitalista y lo peor del exilio, evidentemente, es el aburrimiento, uno decide inventarse mierdas y qué mierda se ha inventado uno: pues las Refríticas. (Ojo: léase con mucho cuidado la palabra “inventar” ya que el autor, uséase, yo mismo, sabe que no tiene ninguna capacidad de invención y que probablemente esto ya lo haya hecho alguien antes). Bien, las Refríticas, decía, que ¿qué son?

Si yo fuese más dieciochesco o así, pensaría que los libros no leídos son eso: libros no leídos y que el pensamiento sobre ellos debería convertirse en tierra, en humo, en polvo en sombra, en nada. Es decir, dejarlos estar, como son, ellos, ajenos. Pero uno lee tantas reseñas al cabo del día que a veces uno no lee un libro porque ha leído tanto sobre él que ya ha leído el libro. Además, ese leer de él, muchas veces a uno le sirve para saber claramente que uno no quiere leerlo. Poniéndonos posmodernos, que hace mucho que no lo hacía, he pensado que sería hermoso hacer una crítica sin leer el libro a base de la lecturas de críticas hechas por otros sobre el libro. O poniéndolo de otra manera ¿Uno es más lo que es o lo que dicen los demás que es? ¿Podríamos acercarnos más a una verdad (cierta verdad, verdad parcial siempre, claro) leyendo un cúmulo de críticas, o una crítica formada por un cúmulo de críticas, que leyendo el propio libro? No lo sé, vamos a probar.

Deberes (para ustedes, por supuesto): leer Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard.

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