una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundola rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
Me obsesiona este poema desde hace demasiados años, lo escribió Alejandra Pizarnik y está dentro de su libro de 1962 Árbol de Diana. Alejandra Pizarnik escribía relámpagos de belleza herida, desgarros breves que latían en carne de palabra viva; y lo hacía a pesar de ser Alejandra Pizarnik y llevar esa pesada máscara que su muerte y nuestro afán por encontrar mártires de la pureza equivocada le ha colocado en el rostro, sobre cada uno de sus poemas. Alejandra Pizarnik sobrevive a su muerte y a su mito precisamente porque escribió poemas como este. Digo este poema y digo también amén. Porque este poema puede ser una religión, la mía. Resume con apabullante exactitud lo que le pido a mi propia poesía. Este poema puede ser una poética, la mía. Resume con apabullante exactitud lo que le exijo a mi propia vida, a mi manera de estar en el mundo frente al mundo y sus delirios. Este poema puede ser una ética, la mía. Hay que mirar y hay que rebelarse. Mirar, vivir, intensamente, el horror y la belleza de la realidad, para subvertirla, para cantar la podredumbre y la posibilidad. Este poema me obsesiona. Una vez lo dije y ahora lo reitero: si pudiera me tatuaría estos cuatro versos en el interior de los párpados para que al cerrar los ojos pudiera recordar siempre lo que es importante.
Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires, el 29 de Abril de 1936, en una familia de inmigrantes de europa oriental. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires y, mas tarde, pintura con Juan Batlle Planas. Entre 1960 y 1964, Pizarnik vivió en París donde trabajó para la revista “Cuadernos” y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona. Luego de su retorno a Buenos Aires, Pizarnik publicó tres de sus principales volúmenes, Los trabajos y las noches, “Extracción de la piedra de locura” y “El infierno musical”, así como su trabajo en prosa “La condesa sangrienta”. En 1969 recibió una beca Guggenheim, y en 1971 una Fullbright. El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica siquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió de una sobredosis intencional de seconal.
Raúl Quinto (Cartagena, 1978), ha publicado, entre otros, los libros de poemas: Grietas (2002), La piel del vigilante (2005), La flor de la tortura (2008) y Ruido blanco (2012).
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