LA DIRECTORA FINANCIERA
Me gustan las piernas de la directora financiera. Lo descubrí en la primera reunión que tuve en la planta treinta y dos, justo en esa donde se roza el cielo en el sentido más metafórico. Yo estrenaba cargo, silla de piel, carpeta azul de alto directivo y, por supuesto, pluma personalizada. Y fue justo la pluma la que rodando por la mesa cayó al suelo con el sonido amortiguado gracias a la tupida moqueta. Nunca pensé que por recoger aquella pluma pudiera comprobar que hasta las directoras financieras tienen sus debilidades.