El último trabajo de Noah Baumbach, Frances Ha, no se ha estrenado en España y no parece que vaya a proyectarse por aquí (aunque, quién sabe, igual la estrenan con años de retraso, como hicieron con Blue Valentine o The Cabin in the Woods). Algunos afortunados pudieron verla en un pase especial del Festival Rizoma. Sin embargo, en Estados Unidos ya es pieza de culto, como demuestra que su edición en dvd y blue-ray venga avalada por Criterio Collection. Como circulan copias por ahí y me he cansado de esperar, el fin de semana pasado conseguí verla.
Empecemos diciendo que Noah Baumbach es uno de los realizadores más ácidos del panorama cinematográfico. Yo no he visto sus tres primeras películas, rodadas en los 90 con Eric Stoltz. Pero espero ver pronto, al menos, la primera de ellas: Kicking and Streaming. A Baumbach lo sigo desde el que podemos considerar su primer éxito: The Squid and the Whale, castigada en España con el insulso título de Una historia de Brooklyn. Una película ejemplar, independiente, sobre una familia disfuncional de escritores. Luego llegaron otros dos filmes notables, cada cual más ácido e incómodo para el espectador convencional: Margot y la boda y Greenberg. Mientras escribo sobre estas tres películas, tengo un recuerdo tan bueno de ellas que me encantaría revisarlas hoy mismo.
Puede que Frances Ha sea, de momento, su obra más lograda. Aunque los toques corrosivos siguen apareciendo en el guión (los personajes de Baumbach suelen ser crueles cuando hablan), Frances Ha ostenta un tono más agradable, más cómico, como si se le añadiera cierto júbilo de vivir a las catástrofes cotidianas de la protagonista. Rodada en blanco y negro y con influencias del cine francés, especialmente de la nouvelle vague, no oculta su deuda (al menos a mí me lo parece) con algunos filmes de Woody Allen y, en general, con el cine indie rodado en Nueva York. Frances (maravillosa Greta Gerwig, que escribió el guión con Baumbach) es una aspirante a bailarina que vive con su mejor amiga en un piso compartido; sus sueños y sus alegrías se irán evaporando poco a poco desde que rompa con su novio y su amiga decida mudarse a otra parte. Frances Ha contagia cierta emoción por la vida a pesar de todo, pese a las desilusiones que se van cebando con la chica (ver esa secuencia en la que corre por la calle con un tema de David Bowie de fondo).
Se trata de una película pequeña, modesta, llena de logros y de momentos en los que se retrata con precisión el final de la juventud. Como anécdota: la historia se cuenta en forma de capítulos que se titulan como los domicilios en los que va viviendo el personaje (algo que también salía en el Diario de invierno de Paul Auster). Si algún día se estrena en España, no dudaré en ir a verla (otra vez).