PAYASO, VARÓN, CINCUENTA AÑOS
Recuerdo la mancha de maquillaje que dejé en la camilla de la ambulancia. Llegué al hospital semiconsciente después de mi primer infarto. Aún veo mis zapatones rojos volar por los pasillos de urgencias mientras los enfermeros pedían paso a voces para que fueran preparando el desfibrilador. ¡Payaso, cincuenta años, varón, infarto! Después cerré los ojos y esperé la ovación.