La unicidad genera soledad y vértigo. Creer que somos los únicos animales que se suicidan repele por su aislamiento mental como especie.Las crónicas suelen comentar la huida de los animales de un lugar que va a ser devastado. (a excepción del ser humano). Parece que no es patrimonio exclusivamente nuestro el pretender preservarnos ante el desastre. Sin embargo, suicidio casa con desánimo. Si así fuera, los animales marcharían de este mundo cuando, desesperados, no supiesen gestionar el maltrato y la falta de esperanza. Es pedir mucho a los animales. Hasta para los perros.
Cerca de la ciudad de Rosario, en Argentina, está el “Parque España” que tiene la mala fama de ser el lugar predilecto de muchos perros, aparentemente felices y con amo, para saltar al vacío. Qué es lo que hace que perros bien alimentados decidan acabar con sus vidas de esa forma es un misterio.
Nuestras mentes necesitan encontrar una explicación para todo. Al principio fue el Mito como explicación. Más adelante fue el Logos.
Dentro de ese Logos intentamos encontrar una justificación de los saltos mortales de los canes: Ultrasonidos que los atraen, distorsiones visuales que les hace creer que no hay una caída, o el olor de especies de visón que les trastorna (como es el caso del puente escocés “Overtoun Bridge”). En cualquier caso, un estímulo de los sentidos que hace reaccionar al organismo de forma errónea, por lo menos desde nuestro punto de vista.
La huida de un perro, para preservar su integridad, puede no ir más allá de evitar el dolor y sufrimiento. Esto sí parece que sean capaces de padecerlo y por tanto gestionarlo para que el impacto sea mínimo. Sin embargo, para escoger la muerte como vía de escape se debe poseer ambos conceptos, el de la vida y el de la muerte. Deben entenderse, diferenciarse, manipularse.
No parece que los perros hayan hecho suya la idea de vida y de muerte. A lo sumo, dolor y evitación. En cualquier caso, el instinto heredado es un saco suficientemente amplio para que quepan todos estos conceptos. Como tantas cosas en la vida, mientras no seamos capaces de ser empáticos al cien por cien, no sabremos la respuesta.
Archivado en: Amor, Mente