Cómo odio esta casa, este adosado. Te pasas el día subiendo y bajando escaleras… y todo para tener su dichosa moto en el garaje, a su lado. La moto, su verdadero amor; la cuidaba más a ella que a mí. El idiota la llamaba su ‘morena’. Imbécil.
Nunca me gustó ir en moto. Llegas a los sitios aterida de frío y con el pelo aplastado. Además vas con el culo en pompa y no puedes ponerte minifalda. Claro que eso a él no le importaba. No le gustaban las minifaldas… Bueno, le gustaban todas menos las mías. (Proyecto VERA)