Que toda mi vida gira en torno a Vitu, aunque sea de forma subliminal, es un hecho consumado. Es más, en breve no sólo lo tendré presente en mi cabeza las veinticuatro horas del día, como viene siendo habitual en los últimos ocho años, desde el minuto uno en que nos conocimos; también lo tendré físicamente ante mí cada dos segundos, porque se dispone a hacer reforma en su casa y se viene, por un tiempo, a vivir a la mía. Así de estrecha es nuestra relación y hasta ese punto llega nuestra confianza mutua. Intuyo que nos hallamos ante un filón para este blog.
Vitu y yo.
El viernes, gracias a él, tuve oportunidad de disfrutar de dos iniciativas muy valientes.
La primera por la mañana, cuando me encaminé con Raquel a la casa/taller de Brianda Fitz-James Stuart para charlar un rato sobre ‘Sociedades secretas’, la nueva colección de Planet Palmer, que es la firma que Brianda puso en marcha a mediados de este último marzo, con Ana Rodríguez García e Isabel Fernández de Castro; tres mujeres entre los veintimuchos y los treinta y muy pocos, convencidas de que merece la pena apostar por aquello en lo que creen: la moda de calidad hecha en España y, al menos por ahora, mientras van creciendo poco a poco con la solidez que garantizan los pasos pequeños, sin intermediarios.
Las prendas de Planet Palmer se pueden comprar, a un precio razonable, a través de su web o en las pop up store que la marca celebra habitualmente en Madrid y que muy pronto saltarán también a otros lugares del país; porque en diciembre, estas chicas imparables se han propuesto hacer una gira que amplíe sus fronteras y presentar al público algunas prendas nuevas, que completarán su interesantísima propuesta para esta temporada; una especie de “bonus”.
‘Sociedades secretas’ a Vitu le encantó y, sin ningún tipo de sutileza, me comunicó que su regalo de cumpleaños debía ser una camiseta de Planet Palmer, así que, como sus deseos son órdenes, el viernes se la compramos y Ana y Brianda nos la envolvieron para regalo:
Yo también me compré un vestido e intenté sonsacarles en qué andaban trabajando, pero no me lo quisieron decir, sólo me adelantaron que la próxima colección de primavera-verano será vistosa y brillante, en contraste con los colores empolvados y suaves con los que empezaron el camino.
Cuando salga, ahí estaremos para celebrarlo.
La segunda revelación llegó esa tarde, sólo unas horas antes de que le diéramos a Vitu su camiseta. Y es que él me hizo un regalo a mí, una sorpresa relativa, con la que jugaba sobre seguro: dos entradas para el segundo estreno de ‘Diario de un loco’, el texto de Gógol por el que Luis Luque y José Luis García-Pérez han luchado desde que se conocieron en el reciente montaje de ‘El gran teatro del mundo’. La primera vez que lo estrenaron fue este verano, dentro de la programación del Fringe, con la azotea de Matadero como escenario. Estuvieron una semana en cartel y agotaron las entradas todos los días. Yo me quedé fuera, por eso Vitu sabía que su regalo no podía no gustarme.
Precedidos por el éxito veraniego, Luque vuelve a dirigir y García-Pérez a interpretar, esta vez en la sala 1 de las Naves del Español. Nuestra fila, la 2; un sitio privilegiado en un patio de butacas que se ha adaptado para la ocasión y rodea la escena, convertida en la celda de un manicomio del XIX. Me encanta la literatura rusa y la locura es uno de mis temas favoritos; siempre me he preguntado cómo podemos perdernos a nosotros mismos y el dolor que esto nos ocasiona.
La humillación.
En la obra, las fechas del calendario marcan el ritmo de una caída en picado, la del único personaje: Aksenti Ivanovich, un funcionario ruso que, conforme va avanzando el texto, nos descubre una realidad aterradora: nadie lo quiere.
Es posible que todo dependa de los afectos, que pueda destruirnos el hecho de sentirnos no queridos.
Un hombre solo, o que se siente solo, no es nadie.
Y no importa su juventud o su fuerza; la soledad es la mayor de las catástrofes: puede hacer que caiga rendido.
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