No hay tiempo para libros. 2ª ed. ampliada (17 poemas + 1 relato inéditos), de David González


colores

bandadas de gaviotas
planean por delante de mi vida:
se posan en el alféizar de la ventana:
se arriman a los cristales empañados
y me señalan con sus estridentes picos:

soy para ellas:
lo que yo
para la inmensa mayoría de vosotros:

un exótico:
aunque peligroso
pez de colores:

y bien:
es posible que no sea más que eso:
un pez:
pero no de colores: de colores NO:

yo nado contracorriente:
tengo memoria a corto y largo plazo
y no olvidaré
fácilmente
vuestros caretos en los cristales rotos
de mi vida:

y menos aún: vuestras uñas:

señalándome:


no se os ocurra olvidarme,
porque yo jamás me olvidaré de vosotros:
hubert selby jr

**

arena

como cada día
que hace bueno
voy a la playa
y como cada día
extiendo mi vida
sobre la arena seca
cada vez más lejos
de donde gritan los niños 
cada vez más lejos
de donde rompen
las olas:


siempre habrá tiempo para llorar:
delphine de vigan

**

Uno menos. A este paso, pensé, pronto, más de lo que imaginaba, en mi memoria a largo plazo, y fuera de ella, de aquel pasado de coches de choque y páginas de sucesos, no iba a quedar naide por quién preguntar, y este menda, algo impensable en su momento, tendría la última palabra, y si la salud lo respetaba, si su diabetes no le sumía en la ceguera, tendría también, para consigo mismo, para con el mundo, la obligación de escribirla, sin faltar a la verdad, esa última palabra: palabra de epitafio.
[Del relato “Coches de choque”]


[Editorial Origami]

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