En una de esas sobremesas que se alargan infinitamente, salió el tema recurrente de la amistad. Comenzamos a hablar de los esfuerzos y avatares que conlleva mantener las amistades, y más en estos tiempos donde todos hemos sufrido en mayor o menor grado los rigores de las decepciones. Al final, concluimos dos reglas para que las amistades tengan alguna vocación perdurable:
1-Los amigos no pueden trabajar contigo o ejercer el mismo oficio -evitamos las conjuras por competencia-.
2-A los amigos debe irles bien en la vida -evitamos las conjuras por envidia-.
Tras esta destilación, mi contertulio me miró con profunda desolación: "y aun así, Nacho, esto no nos asegura nada...".