En mitad de la noche me desperté con los pies helados. La mujer con la que compartía cama resultó ser de esas que se hacen una bola enroscándose con la parte ajena del edredón. Sentí agobio y ya no pegué ojo en toda la noche; en cambio ella no despertó hasta bien avanzada la mañana.
Mi única justificación para hacer lo que hice fue que estaba borracho. Si, lo reconozco, me acosté con mi jefa después de la fiesta de navidad.
La primera semana de septiembre le han propuesto irse a Buenos Aires para ''llevar la marca'' en Latinoamérica. Cuando por fin pensé que me la había quitado de en medio y que yo ocuparía su despacho en la última planta, resulta que me han propuesto a mí como su segundo en Argentina. Las condiciones son difíciles de rechazar, así que he aceptado.
Eso sí, por si acaso, llevo en la maleta un pijama de franela para las noches de invierno.