The Bridge es una serie de tv norteamericana (remake de una sueca homónima de 2011) que va de un serial killer que comete sus fechorías a ambos lados de la frontera yanqui-mexicana... Toma sinopsis.
El puente al que hace referencia el título es el celebérrimo Puente de las Américas, sobre el Río Bravo (al que cantaron Dino y Tiomkin), que comunica las ciudades de El Paso (Texas) con Ciudad Juárez (Chihuahua).
El cadáver que inicia la macabra y misteriosa serie de asesinatos aparece justo sobre la línea fronteriza del puente, es decir, la mitad del cuerpo en USA y la otra mitad en México. Estupenda excusa para crear la enésima versión de dos colegas a la fuerza que, en este caso, nos deleitan con el aliciente extra del choque de culturas. Una detective gringa y un detective mexicano irán en busca del asesino capítulo a capítulo.
La gran baza de esta serie que hoy recomendamos es la sobresaliente caracterización de personajes. Ése es el ingrediente extra que les hará notar un sabor diferente a un bocado que, a priori, puede parecer algo soso. Aunque, a fin de cuentas, ¿hay algo más allá del amor y la muerte que sirva para crear narraciones?.
Vean The Bridge que es lo mismo de siempre pero bien dirigido, bien interpretado y con unos personajes de moral prismática con taras físicas y morales que lo mismo sufren de Asperger que tienen que comerle el potorro a una vieja mafiosa mexicana para que les deje traficar con armas.
Y es que la vida en la frontera puede ser dura de cojones (o de potorros) porque la frontera es el limbo en la Tierra, el lugar donde todo es ilegal, inmoral, injusto e insufrible pero del que nadie se ocupa porque a nadie le importa un carajo el destino de los parias. Bueno, a nadie excepto a cuatro pobres polis honestos…
The Bridge no es la mejor serie de televisión que verán en su vida pero lo que nunca me podrán negar es que la canción que suena en sus créditos iniciales mola mazo: Until I´m One with You de Ryan Bingham. Disfruten del country fronterizo o, lo que es lo mismo, la música de la mística de los grandes espacios abiertos norteamericanos que los más tontos del lugar descubrimos allá por 1984 cuando el taciturno Travis Henderson apareció de la nada en mitad del desierto californiano arrastrándose al son de las notas de la guitarra de Ry Cooder.