NOTAS SUELTAS

Esperando a Superman
Por María Laura Bech

Davis Guggenheim dirigió en el 2006 el documental  Una verdad incómoda, por el que ganó él un Oscar y Al Gore un Premio Nobel de la Paz. Cuatro años después, y aunque podría haber utilizado el mismo título con el agregado de Reloaded o Contrataca, realiza Esperando a Superman, donde deja en evidencia los problemas por los que atraviesa la educación estatal norteamericana. Problemas que no difieren mucho de los del resto de América.
Escuelas que albergan chicos para que no estén en la calle, chicos que solo van a la escuela para que la sociedad crea que algo bueno les va a pasar, que al menos lo intentaron, aunque en toda la jornada no hayan entendido ni comprendido no solo lo que se explicó ese día, tampoco lo del día anterior, ni lo que se enseñará el día siguiente.

Lex Luthor

El análisis sobre la generación de futuros delincuentes y el costo que  le insume al Estado un preso y un estudiante, no queda a fuera en esta película como tampoco lo hace en los debates sobre las implicancias de la educación  en cualquier Estado Post neoliberal.
El sistema educativo es un elemento clave para la formación de ciudadanos, los Estados Nacionales de la segunda mitad del siglo XIX, creían que educar al soberano era formar un ciudadano con derechos y obligaciones básicas que garantizaran el orden y el progreso.
En la actualidad, el problema sobre el rol del sistema educativo y el Estado en la formación de ciudadanos no obtiene demasiadas respuestas y por momentos pareciera ser un asunto del que nadie se quiere ocupar. Es  que es un espacio en el que se refleja la relación Estado-Sociedad, sin detenerse en la especificidad de cada cuestión. En este aspecto, Esperando a Superman, parece una nueva versión de “La sociedad de los poetas muertos” afirmando que una buena educación está en manos de buenos profesores. Frase que limita toda la cuestión a un reduccionismo entre los buenos y los malos, los que paran a los alumnos sobre los pupitres para que puedan cambiar la perspectiva y los que imparten consignas aburridas de alguna página perdida en manuales de secundaría. Considero que el Sistema Educativo es demasiado complejo en su génesis y desarrollo como para simplificarlo con la creencia tan arraigada, no solo en Estados Unidos, sino también en Argentina de que unos pocos malos profesionales estropean el futuro de una nación.

Luisa Lane

Quienes defienden este modelo en la película son los altruistas de siempre, los que convencidos de su razón continúan con tenacidad hasta el final. El documental muestra algunos docentes y directivos comprometidos, que apuestan al cambio en la educación. Entendiendo por cambio, el reparar  las necesidades sociales de la comunidad en la que está inserta la escuela en la que se desempeñan. Su idea de nueva política escolar, propone descentralizar la educación y equiparar las oportunidades de los estudiantes. Reforzar y mejorar la calidad para que las escuelas públicas no sean el castigo que condena a un futuro incierto o a la deserción garantizada, antes de terminar los estudios, sino que un puente para llegar a una mejor calidad de vida.

La criptonita

La relación entre Estado y Educación es tan clásica como el enfrentamiento entre el bien y el mal, pero Superman tiene un estilo demasiado liviano como para tener la solución a un vínculo desgastado y herido. Considero que este modelo de escuelas autorreguladas, es a priori efectivo e inclusivo. No creo en que exista una única forma de revertir la segregación social de los sectores no favorecidos, pero apuesto a los medios (aunque escasos y endebles) intenten una equidad en los derechos que cada ciudadano tiene a enseñar y ser enseñado. Algunas cuestiones que no son mencionadas en la película, no deberían dejarse silenciadas, como si no existieran. Los malos profesores egresan de institutos que los han evaluado psicológica y académicamente, por lo tanto hay una responsabilidad que excede a las escuelas públicas, pero no al Estado. Por otra parte, considero que solo se muestra un sector de padres ocupados por el futuro de sus hijos, padres que pueden ayudar y participar en la creación de una escuela mejor. Pero un alto porcentaje de los adultos involucrados a través de los estudiantes, no siempre cuentan con otras herramientas que no sean la agresión y la violencia, esas situaciones crean un contexto de hostilidad para los alumnos, los docentes y los padres. El clima de presión (política, económica e institucional) afecta a diario los resultados  escolares. Muchas veces los alumnos y sus familias se vuelven clientes, con los beneficios y perjuicios que este rol conlleva. Pagar por una educación digna, no debería ser la mejor opción ante una escuela pública que perdió prestigio y credibilidad. Pero es fundamental que el Estado comprenda la importancia de la educación en el desarrollo de una democracia activa y participativa de sus ciudadanos formados en un régimen institucional que promovió la inclusión y la equidad de posibilidades de sus alumnos y sus miembros participantes.

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