Este post no será muy largo.
He terminado la novela, se llama 'El amor que nos vuelve malvados'.
Caemos en el error de pensar que escribimos autobiografía sin darnos cuenta. No es verdad. Escribimos sobre lo que no vivimos, sobre lo que nos hubiera gustado que pasara si hubiéramos sido libres de ordenar los elementos de la trama a nuestro antojo.
Hace algunos meses, poco antes de que me cogiera la excedencia y a propósito de mi pena de turno, le dije a alguien a quiero mucho: “no sé qué voy a hacer con este dolor tan grande”; y esa persona me respondió: “vas a escribir una gran mentira”.
Ayer fue un buen día. Comí con Imma, Rafa y Carles, preparamos el encuentro de El Breviario y charlamos sobre Hannah Arendt y 'Un paraíso inalcanzable'; por la noche me encontré con Claudia y Joan Eloi, y me sorprendí una vez más por la suerte que tengo: gente interesante, que tiene para enseñarme muchas cosas, se cruza en mi camino sin cesar.
Cuando llegué a casa, justo para ver el final de 'Vivo cantando', Raquel, que me conoce tan bien, detectó en nuestra conversación telefónica, a pesar de todas las buenas noticias, una tristeza que no acaba de marcharse, mi espina en el corazón. Mientras hablábamos, en la serie de José Luis, Maria Castro interpretaba 'Corazón contento'.
No ocurre muy a menudo, pero hay veces en que el azar ordena los acontecimientos magistralmente.
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