Atrás y más atrás, hasta el principio
cuando todo ardía y nada
era complejo, nada complicado.
Atrás, hasta el calor
primigenio, los fuegos que engendraron
universos y dioses y taxímetros,
frases largas y días sin que llames
y camareros torpes
y niños insolentes y los jueves
por la tarde sin nada en la nevera
todo
y atrás y atrás de nuevo
al instante anterior a la gran fiesta,
todo está preparado,
sólo falta que venga todo y tú
también, unos millones de años tarde,
claro,
hasta este mundo frío de materia
pervertida y promiscua. Atrás y atrás,
quiero esperarte aquí,
en esta oscuridad del porvenir,
expectante y ansioso,
y nombrar uno a uno los objetos,
las cosas, a medida que se expanden,
hasta llegar a ti, de nuevo a ti,
y no decirte nunca que he viajado
al principio de todo muchas veces,
que te he visto desnuda por primera
vez incontables noches,
pero siempre distintas (¡fiel azar!),
y siempre con la duda, el miedo frío
de no saber si estoy en este mundo
o en otro donde nuestros cuerpos no
se unen hasta explotar;
en otro donde no yacemos juntos
mirando al techo, a todo
lo que hemos generado con deseo:
el universo joven y voraz
sobre el cual no tenemos ya control.
B.C.