Nuestro chino

Sobre Sylvia Plath y su muerte habla Cunqueiro en un artículo. No parece partidario Cunqueiro de zanjar la vida metiendo la cabeza en el horno. Tampoco parece muy conforme con su poesía. "Demasiados poemas, quizá, para tan breve vida". Y, "de una mujer de treinta y un años, que nunca había sabido estar quieta". Resulta hasta gracioso que toda esa mística de la poeta y su horno quede plasmada en esa perífrasis verbal. Como yo digo, Cunqueiro es un sabio chino, un viejo poeta de largos bigotes blancos que caza moscas con unos palillos.

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