REMEDIA AMORIS

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¡El amor!, ah, qué maravilloso… Cambio el tono antes de que me empiecen a salir sarpullidos. Pues eso, el amor, o lo que viene siendo liarse a hostia limpia con el prójimo, perder el tiempo en una batalla ¿absurda? Todo para llegar a un estado humillante de desesperación. En fin, Ovidio que era muy listo y generoso, viendo a los jóvenes alelados al borde del suicidio por culpa del amor, escribió Remedia amoris (y aquí para el que vaya de listo y sepa latín), ofreciendo consejos y estrategias a los jóvenes enamorados, del tipo: céntrate en tus estudios chaval, o, un clavo saca otro clavo, o incluso, follátela de forma que te de asco, ya verás.

Ya más cerca en el tiempo, hubo una generación que surgió en los ochentas, a la batalla con el culturalismo, del que alguno se cambió de bando, como el repeinado Luis Alberto de Cuenca. La generación del 80 la llamó García Martín. Uno de los incluidos fue Julio Martínez Mesanza, que durante esa década se dedicó a aumentar un sólo libro con cada vez más y más poemas, Europa. En el libro, creo que lo leí en la versión de 1986, retomó el tema clásico para escribir este poema, debía de estar jodideteel hombre:

REMEDIA AMORIS I

Amigos, el amor me perjudica:
no permitáis que caiga nuevamente.
Podemos emprender una campaña
o el estudio de textos olvidados:
algo que me mantenga distraído.
No me habléis de la dulce voz de aquélla
ni del hermoso talle de esa otra.
Quemad todo retrato, ensordecedme,
poned sus armas en mis propias manos:
si sé el secreto su poder se extingue:
ellas son incapaces de ternura.

Dos años después, en 1988, también en la editorial Renacimiento, salía Cárcel de amor, de Amalia Bautista, una poeta también de la misma generación que J. M. Mesanza, en el que también retomaba el tema clásico para tomarse la venganza del anterior y hacer un contra. De su segundo verso podemos deducir que el poema está escrito en contestación directa al de J. M. Mesanza.

CONTRA REMEDIA AMORIS

Yo no soy de ese tipo de mujeres
incapaces de amor y de ternura.
Yo sé lo que es valor y lo que es sangre,
aunque odie el sacrificio y me repugne
la vanidad que nace en la violencia.
Quiero ser la mujer de un mercenario,
de un poeta o de un mártir, es lo mismo.
Yo sé mirar los ojos de los hombres.
Conozco a quien merece mi ternura.

Yo es que me emociono con estas tontás, llamadme romántico, o llamadme friki, lo que queráis. El caso es que al final, estos dos, se casaron.

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