Pierre Gonnord
Manuel Mantero
Adiós del iniciado
En soledad me hundo, me oscurezco,
rey de mi soledad y de mis siglos.
Unos labios sagrados me succionan
y respiro la brisa de las almas.
Buenas noches, adiós al laberinto
que dibujan las venas en las hojas.
En el árbol del ser importan poco
las hojas fugitivas del estar.
Me inmovilizo en sombras como cunas.
Me desmemorio como un mar sin peces.
Paraíso, por fin: lo doble y uno.
Pero si llega el tiempo de la ira,
volveré de la mano de la diosa
que hace mover la luna y las estrellas
De su libro
Primavera del Ser,
Igitur, 2003
Otros poemas de Manuel Mantero
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"Grafito en un monumento a Luis Cernuda"
"Juventud" * "Adiós del iniciado".
"Quizá sea hora de marcharse" * "Una copa de vino"
"Blasfemias de un borracho contra Ariadna"
Grandes Obras de
El Toro de Barro
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En un dramático–y real– camino de retorno, algunos de los 130 niños que sobrevivieron a Auschwitz viajaron de nuevo al escenario de aquel apocalipsis con un grupo de estudiantes israelíes de secundaria, en el que se encontraban sus hijas. El encontronazo de dos generaciones distintas con aquella memoria de dolor provocó una gigantesca catarsis individual y colectiva, cuya historia fue narrada por la psicóloga infantil Amela Einat en La cicatriz del humo, Esta novela coral pone de manifiesto las diversas formas de experimentar la presencia real de aquella tragedia en todas las generaciones del Israel contemporáneo, de cuyas patologías Amela Einat es una reputada e innovadora especialista