Domingo 23:30 p.m. ( recitado por Lila Biscia )


Nací un domingo en la noche cuando los condenados se cansaron de remar. Justo en ese instante - entre el piano y la niebla - en que a Tom Waits una gota de mercurio le rajó la voz.
Nací un día que los liceos arrojaron a la pira todos los libros escritos en lenguas muertas y las polillas renunciaron a perseguir la luz. 
Los domingos son un viejo casero de manos sucias y aliento de hojarasca que acude a ti para cobrar el diezmo de todo lo que perdiste en la semana.
Perros tristes y diminutos se esconden en todos los callejones de los domingos sin sorpresa
para masticar la carne de las horas - piel muerta - que abandonamos como souvenir en las aceras.
El tiempo se sienta en tu rincón favorito de la casa; bajo la pared acribillada con todas las postales de ciudades europeas. Se bebe cada uno de tus licores. Se viste con tus abrigos, el muy cabrón, y se reclina bajo las postales de tus cuidades-ventanas. Te observa con ojos de oficinista sádico mientras da cuerda a todos los relojes de la estancia. 
Domingo como jinete partiéndose la crisma cayendo de un caballo al galope.
La gente se sienta en las mesas de la cocina las madrugadas de los domingos para susurrarle a las paredes : "No importa.Tranquilo. Solo es temporal". "Un cigarro más y volveré a la cama".Se mienten y esa es la peor mentira. La mentira sin horizontes. Acaso ignoran que siempre será la misma cama incómoda, blanda y con bultos. No importa el hotel, siempre será la misma habitación. No importa cuán veloz sea tu coche ni hasta donde puedas llegar, siempre será el mismo sitio con los mismos vertederos bajo la ventana.
Un viajero se detuvo en un puente y se vació los bolsillos. Los huespedes de un domingo cualquiera permanecen sentados en la estación de autobuses queriendo viajar para mudar de país su tristeza. Eso es todo lo que sé. Los domingos por la noche el universo es un despojo que vende su miseria a cambio de pastillas para liberarse de la migraña.
Nací en domingo debiendo mucho abismo a las bestias que se apresuraron a tasar mi llanto justo antes de nacer.






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