CiRcunstancias arriba
Traducción de Juan Ramón Mansilla
Como un incendio forestal en la jungla,
sin nadie que lo observe, esta brisa marina
me rescata del celaje del conocimiento.
Hay batidores en el bosque,
lo alimentan, como tú,
recitándolo. El largo medrar hasta arriba
nos ha metido aquí. No hay método
en el alfabeto; el pilluelo fue derribado.
Tienes que aprender a brincar
con los años, siquiera por mantener el compás.
Para entonces ya habrá sido censurado,
desteñido en un otoño de discordia.
Fuimos gemelos, crecimos aparte,
sentimos el albor centenal.
No había adonde dirigirse,
nadie a quien volver.
Para encajar hace falta destrezas
que desconocimos en nuestro tiempo,
ahora musicadamente nos acompañan sus actos,
nos expulsan al clamor del verano tardío,
donde nuestra fruncida longevidad nos parodia.
Deberíamos haber sido más agradables, conversar con los niños
y sus mascotas. Echar la cortina a un lado
en esta fecha tan avanzada es como andar entre idiotas
y clérigos, aunque haya una molesta
tarea más que reclamar y por la que ser influidos:
la verosímil lucha entre pisar y demandar.
Ya no son para adorno nuestro:
hablar a nuevos dirigentes con la astucia adquirida,
los girasoles cambio y corto,
las cenizas sobre el aparador de listones.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
abierta, la luz, la calefacción
encendidas. Hay un poco de vino
en la alacena, el café está reciente
por si me demoro y te vence el sueño.
Acaso estés aquí cuando regrese,
arropada en el sofá con mi manta
de viaje, reconfortada, quizá
complacida del mundo en su belleza,
sabiendo que hay una técnica pura
en esta maravilla de estar vivo.
Y si no estás, bendito sea el tiempo
en que estuviste. Sólo he de abrir
los postigos para que fluya el agua
llovida en la memoria. La luz, pronto,
dejará en las paredes una sombra
que llamará en sus labios con tu nombre,
contenta de estar en casa de nuevo.
Otros poemas de
Juan Ramón Mansilla
Juan Ramón Mansilla