Elena Annibali
Tabaco mariposa
aprendí a fumar con rubén
enrollando tabaco mariposa en papel
de seda
lo hacíamos de noche
sentados en un escalón de la casilla
mientras a nuestros pies
sus lánguidos perros soñaban
con la sangre dulce de las liebres
en el monte cercano
a veces todo era oscuridad, salvo
su cara
iluminada brevemente por el fuego
como un animal
por los relámpagos
el día que se fue del pueblo
me dejó su radio
y los jabones partidos
que yo usaba pasándomelos
despacio
por el cuerpo
con la última espuma disuelta en el agua
se fue, también, la memoria
y el deseo de él
una cosa fragante
y sutil
como los eucaliptos
cuando los moja la niebla
Grandes Obras de
El Toro de Barro
abierta, la luz, la calefacción
encendidas. Hay un poco de vino
en la alacena, el café está reciente
por si me demoro y te vence el sueño.
Acaso estés aquí cuando regrese,
arropada en el sofá con mi manta
de viaje, reconfortada, quizá
complacida del mundo en su belleza,
sabiendo que hay una técnica pura
en esta maravilla de estar vivo.
Y si no estás, bendito sea el tiempo
en que estuviste. Sólo he de abrir
los postigos para que fluya el agua
llovida en la memoria. La luz, pronto,
dejará en las paredes una sombra
que llamará en sus labios con tu nombre,
contenta de estar en casa de nuevo.
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