No hay ninguna diferencia con respecto al invierno. Sigo pensando que todo lo que hacemos es mediocre.
Puede que haya bebido demasiado. Escribo viendo la televisión.
En la plaza del Rey, me he tomado tres dobles con Jorge, tenía el estómago vacío. Hemos hablado de la escala de grises y del cortejo peligroso de las avispas. No creo que haya nadie que me entienda mejor... y, sin embargo, insisto en esquivar a aquellos que más me quieren como quien huye de las celebraciones de cumpleaños.
Envejecer debería ser un motivo.
No sé qué es lo que quiero.
No sé que es lo que haré.
Al fin y al cabo, puede que no sea tan malo lo que he escrito... y ya tengo un villano para mi historia.
Además, queda la zona tibia: el refugio del 99'99% de la población.
Debemos aceptar que ese es nuestro sitio. Seremos más felices.
Esta semana llena de gente, gente distinta cada día, he descubierto que el tiempo no tiene más angustias que un trago de jarabe. He descubierto que siempre esperamos algo que no pasa; y que yo tengo mucha suerte, porque mi espera esta llena de luces de colores, de abrazos y de besos.
Es el otro quién nos hace invencibles.
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