Quédese, Presidente de la infamia.


Quédese, Sr. Rajoy, y Será Recordado Como El Presidente De la Infamia.

1 de agosto. Rajoy comparece en el Congreso y sus palabras ofenden la inteligencia del que comete el error de escucharlas.

Llegados a este punto de sublime indignidad en nuestra clase política, sólo me queda hacerle una recomendación: quédese, Sr. Rajoy, no dimita, no pierda la suprema posibilidad de exprimir sus privilegios políticos, no abandone la gallina de los huevos de oro, hágase el salva patrias, tenemos una larga tradición secular en ellos (aunque estoy seguro que desconocerá largamente este extremo), continúe con la ignominia más absoluta de lo que el servicio público pueda significar...hágalo y será recordado como el Presidente más infame de la democracia.

Quédese, los aduladores de pasillo y jefes de prensa así se lo piden, no dude y pasará a la historia como el hombre de los sobres, el que mantuvo, apoyó y encubrió a un tesorero mafioso, el que hizo de la corrupción sinónimo de política en España.

Los libros de historia contarán que presidía usted un país donde se recortaba en sanidad, educación y cultura, donde las decisiones soberanas estaban cautivas de las hordas germánicas, donde los mercados establecían una dictadura atroz y la gente no podía vivir dignamente en sus casas por la oprobiosa connivencia de la banca y el poder político.

Siga en el poder, Sr.Presidente, y usted solo acabará de cavar su tumba política, y con suerte la de este sistema indigno que tanto ustedes, como los de la bancada de enfrente, se aferran salvajemente en mantener.

Fume tranquilo en su sillón, desprecie la reflexión inteligente y los criterios éticos que le obligarían no sólo a dimitir, sino a desaparecer de la vida pública, y siéntase bien. Podrá contemplar desde su poltrona la devastación de un país rico en ilusiones fértiles y trabajos duros, de gentes con iniciativa que huyen despavoridas de su mesiánismo falsario. No se apure, ni usted, ni los suyos, ni los de su ralea sufrirán lo rigores de la crisis, puede que ni los necesarios del sistema judicial. Nunca conocerán los aprietos que padece el español medio. Eso me consta. Desafortunadamente no creo en la justicia histórica, el mismo suceder del tiempo así nos lo demuestra.


Eso sí, el juicio de los hombres y la razón prevaleciendo sobre sus enemigos, le denostarán como una verdadera lacra para la democracia. Es más, en el acelerado devenir de los acontecimientos, eso ya está ocurriendo.



No sufra y continúe desangrando sistemáticamente a esta buena tierra, lo único que va a perder es tiempo. No soy el primero que dice que en estos lares faltó una Revolución Francesa y aún no hemos aprendido a quitarnos de encima la insufrible carga de unos gobernantes insanos y nefastos. Mientras no llegue la revolución, no necesariamente violenta, pero sí subvertidora del orden establecido, tan sólo queda la pataleta, literaria en este caso.


Así qué ya sabe: Quédese, Sr. Rajoy.

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