Mira esa luz, entre los edificios.
Cómo nombrar ahora
sin importarnos ya aquellas tapias
desconchadas, la herrumbre,
la hierba o jaramagos,
esas grietas en las junturas del cemento,
en las capas de yeso y de escayola,
esos goznes sin puertas;
cómo nombrar el espacio que hiede
a cuerpo innecesario
de aquel oscuro callejón en donde
ya no aventura nadie sus pisadas
sino tan sólo el mediodía
generoso en su esfuerzo
de dar cabida a tanto polvo inútil
que quiere ser palabra.
Jorge Fernández Gonzalo