Un hombre mira a su hijo
Traducción de Ariel Schiller
Un hombre mira a su hijo
y ve en sus ojos lo que fue,
lo que es, lo que será
cuando él mismo deje ya de ver,
y cómo se apagó toda esta visión
como sacudida por un trueno,
y quién podrá medir su tristeza,
si él es como raíz del árbol,
o es como su copa,
y la memoria lo despertará algún día
en el corazón del bosque
que alguna vez cruzaron él y su muchacho
por entre los frondosos pinos,
o aquel olvidado costado de los campos
donde ellos estuvieron los últimos
ya cuando se agrupaban los rebaños
y se ponía el sol sobre la tierra
con sus postreros rayos.
Ahora no hay quien grite ni responda,
silencioso retorna la parcela de aquel campo
a su tristeza.
Sólo marchan padre e hijo, juntos.
Y no hay ni fuego ni leños,
ni cuchillo ni carnero, ni cuerno de batallas,
sólo aquel amor inigualable
que discurre sobre el polvo…
De su libro
Apostar al tiempo
(Antología)
Visor, 2008.
"Baladas del desierto"
"Al final del camino"
"La orilla"
“Adónde”
Grandes Obras de
El Toro de Barro
2ª Edición. PVP 10 euros edicioneseltorodebarro@yahoo.es |
En todo lugar
hay un precipicio para los valientes
y una sombra para los exhaustos
y un manantial volcando su frialdad.
En todo amanecer
hay rocío para los temblorosos
y luz para los amantes
y frías piedras y salvajes pastos.
En todo anochecer
hay sosiego para los tempestuosos
y liviandad para los solitarios
y una roca para los que yacen al final del camino.
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