Me iba a acostar, son exactamente las 00:00, pero acaba de empezar "El secreto de la pirámide" y no se me ocurre situación mejor para escribir este pequeño adelanto sobre la conversación que ayer por la tarde mantuvimos Fernando Marías y yo a propósito del Miedo.
Escribo Miedo con mayúsculas adrede, porque él es el protagonista absoluto de la entrevista; la transcripción de una charla interesante, que Micro-Revista publicará en breve, plagada de nombres recientes y nombres consagrados de la literatura, que se han rendido ante un proyecto tan atractivo como perturbador: "Los hijos de Mary Shelley".
El 16 de junio de 1816, un grupo de escritores míticos, entre los que se encontraban Lord Byron, Percy y Mary Shelley, se reunieron alrededor de la chimenea de Villa Diodati para contarse historias de terror. De aquella reunión surgió "Frankenstein o el moderno Prometeo"; y también, casi dos siglos después, "Los hijos de Mary Shelley", una iniciativa de Fernando Marías que, con cuatro años de vida, ya incluye a 77 autores y se acerca a una cita ineludible: el Festival de Literatura Fantástica "Celsius 232", que se celebrará en Avilés del 31 de julio al 3 de agosto.
"Los hijos de Mary Shelley" no sólo crean buenos relatos, también los cuentan, eso harán en el Celsius; y sospecho que es esto último lo que, más allá de la indiscutible calidad de lo que escriben, los vuelve diferentes: Espido Freire, Cristina Fallarás, Raquel Lanseros, Fernando Aramburu, Vanessa Montfort o Adrián Gualdoni son sólo algunos de los narradores que han participado con sus textos en "La soledad es el hogar del monstruo" (Imagine Ediciones), última recopilación de esta "compañía literaria" (así llama Fernando a su imparable propuesta), que en esta ocasión, después de haber abordado en una primera y segunda antología los misterios del tiempo y el amor detrás de la muerte, se ha centrado en la soledad como tema.
Me había prometido no superar los cuatro párrafos, lo justo para animaros a acudir al Celsius, si podéis, y generar cierta expectación ante la entrevista más extensa que pronto terminaré; pero no me resisto a pasar por alto el sol de estos días finales de julio, que se suceden inciertos y a la espera de algo que desconozco, y que tal vez no ocurrirá.
Begoña Minguito, grande, como siempre, nos ha hecho unas fotos.
Nos hemos divertido. En el hotel Vincci Soho, en la calle del Prado, nos han servido avellanas con el café.
Y Fernando me ha confesado que, aunque desconoce la razón científica del placer que nos provoca el Miedo, intuye que el germen de la emoción se esconde en la desobediencia del niño al que le prohíben mirar por un agujero tenebroso abierto en la pared...
... y mira.
¿Acaso no lo hacemos todos?
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