Charles Darwin.
"Cuando estoy contigo creo que todos mis pensamientos tristes se mantienen fuera de mi cabeza, pero desde que te fuiste algunos han regresado por temor a que nuestras opiniones sobre el tema más importante difieran ampliamente. Mi razón me dice que las honestas dudas de conciencia no pueden ser un pecado, pero siento que sería un doloroso vacío entre nosotros.
Te doy las gracias desde el fondo de mi corazón por tu franqueza conmigo y me espantaría la sensación de que me estuvieras ocultando tus opiniones por el temor de causarme dolor. Tal vez sea tonto de mi parte decir esto, pero mi querido Charley, ahora nos pertenecemos el uno al otro y no puedo dejar de ser franca contigo.
¿Me harías un favor? sí, estoy segura de que lo harás. Es leer las palabras de despedida de Nuestro Salvador a sus discípulos que se cita a final del capítulo 13 del Evangelio de Juan. Están tan llenas de amor, devoción y sentimientos hermosos. Es la parte del Nuevo Testamento que más amo. Se trata de un capricho mío que me produciría un gran placer, aunque apenas puedo decir por qué no deseo que me des tu opinión al respecto."
Emma Darwin, 1848.
En aquellos tiempos, los tiempos de Darwin, uno de cada cuatro niños nacidos moría prematuramente. Y Charles Darwin (1809 - 1882) vio morir a tres de sus diez hijos.
Como ya comentábamos aquí a propósito de La Peste de Camus, uno de los acontecimientos que pueden provocar la pérdida de la fe de un hombre es ser testigo de la muerte de un niño, la muerte de un inocente, devorado por una cruel enfermedad.
Este alejamiento de los inescrutables caminos del Señor puede acelerarse si sufres la terrible desgracia de sobrevivir a tus propios hijos. Lo cual es totalmente comprensible. Tan comprensible como la reacción opuesta: abrazar con más fuerza tu fe en la esperanza de que pronto volverás a ver a tu hijito en el Cielo. Puede que sea una reacción menos racional pero, como dijo Woody Allen, whatever works.
Dos fechas marcaron la Vida y Obra de Charles Darwin y, por ende, de la Humanidad.
El 23 de Abril de 1851 fallecía, -víctima de la escarlatina según algunas fuentes o de la tuberculosis según otras-, a la edad de 10 años, Anne Darwin, la niña de sus ojos. ("Hemos perdido la alegría de nuestro hogar, y el consuelo de nuestra vejez"). Después de tan desgraciado suceso Darwin dejó de asisitir a la iglesia.
Como ya comentábamos aquí a propósito de La Peste de Camus, uno de los acontecimientos que pueden provocar la pérdida de la fe de un hombre es ser testigo de la muerte de un niño, la muerte de un inocente, devorado por una cruel enfermedad.
Este alejamiento de los inescrutables caminos del Señor puede acelerarse si sufres la terrible desgracia de sobrevivir a tus propios hijos. Lo cual es totalmente comprensible. Tan comprensible como la reacción opuesta: abrazar con más fuerza tu fe en la esperanza de que pronto volverás a ver a tu hijito en el Cielo. Puede que sea una reacción menos racional pero, como dijo Woody Allen, whatever works.
Dos fechas marcaron la Vida y Obra de Charles Darwin y, por ende, de la Humanidad.
El 23 de Abril de 1851 fallecía, -víctima de la escarlatina según algunas fuentes o de la tuberculosis según otras-, a la edad de 10 años, Anne Darwin, la niña de sus ojos. ("Hemos perdido la alegría de nuestro hogar, y el consuelo de nuestra vejez"). Después de tan desgraciado suceso Darwin dejó de asisitir a la iglesia.
El 18 de Junio de 1858 Darwin recibió una carta de 20 páginas del naturalista británico Alfred Russell Wallace. En ella, Wallace sintetizaba en unos pocos párrafos algunas conclusiones similares a las teorías de Darwin. Las mismas teorías en las que Charles D. llevaba trabajando más de 20 años desde sus tiempos de explorador a bordo del mítico HMS Beagle (1831-1836). Con el decidido apoyo y aliento de Thomas Huxley y Joseph Dalton Hooker, Darwin apremió la publicación de El Origen de las Especies, libro que vio la luz el 24 de Noviembre de 1859.
Pero antes de su publicación el manuscrito de Darwin tuvo que superar un último filtro: el de su esposa y devota creyente Emma.
Pero antes de su publicación el manuscrito de Darwin tuvo que superar un último filtro: el de su esposa y devota creyente Emma.
Nosotros, pobres mortales, nunca nos veremos en la tesitura de tener que decidir entre dos amores como los que Darwin tenía: La Verdad y su esposa Emma Wedgwood.
Y es que, ¿alguien podría hoy reprochar a Darwin que finalmente hubiese decidido reducir a cenizas sus escritos para evitar que la publicación de sus revolucionarias teorías destrozaran el creyente corazón de su amada Emma?. Yo no.
Pues todo esto y mucho más podrán encontrarlo en la hermosa película Creation del director inglés Jon Amiel, un director del que solamente recuerdo con agrado su Copycat de 1995 pero que en esta Creation ha logrado un equilibrio bastante acertado entre romance, ciencia, historia y cine. Una película muy emotiva llena de interesantes referencias biográficas del matrimonio Darwin.
Paul Bettany y Jennifer Connelly dan vida a Charles y Emma Darwin en esta mezcla de historia y ficción basada en la novela La caja de Annie (2003) de Randal Keynes, uno de sus tataranietos que, en 2000, encontró una caja con diversas pertenencias de Darwin.
Una caja que escondía: "... Un costurero, bordados hechos por Annie, papel carta decorado de una manera maravillosa, un mechón de cabello de la pequeña y un mapa en el lugar que Darwin la enterró. También contenía las cartas que Darwin le enviaba a su esposa. En ellas contaba con desesperación como Annie se le iba y cómo él no podía hacer nada para salvarla, pues el avance de la medicina era incipiente. Era una paradoja porque mientras el investiga sobre la vida, su hija agonizaba...".
El mismo médico que no pudo salvar la vida de la pequeña Annie siguió tratando las dolencias de Charles Darwin y finalmente concluyó que nunca sanaría si no volvía a recuperar la fe. Pero no la fe en la Vida en el Más Allá, sino en la Vida de verdad, la del Más Acá.
Darwin, el agnóstico, escribió: "No tengo miedo de la muerte. Recuerda qué buena esposa has sido para mí. Dile a mis hijos que recuerden lo buenos que han sido todos conmigo. Casi ha merecido la pena estar enfermo para recibir vuestros cuidados".
La Naturaleza está llena de crueldades y, como dice Hooker en la película, no es tanto una muestra de la perfección del plan divino sino un gran campo de batalla en el que sobrevive el que mejor se adapta.
Así y todo, el Hombre con su lírica y con películas como Creation u obras como El Origen de las Especies, la ha convertido en lo más hermoso que conocemos de nuestro frío, caótico y vacío Universo.
Paul Bettany y Jennifer Connelly dan vida a Charles y Emma Darwin en esta mezcla de historia y ficción basada en la novela La caja de Annie (2003) de Randal Keynes, uno de sus tataranietos que, en 2000, encontró una caja con diversas pertenencias de Darwin.
Una caja que escondía: "... Un costurero, bordados hechos por Annie, papel carta decorado de una manera maravillosa, un mechón de cabello de la pequeña y un mapa en el lugar que Darwin la enterró. También contenía las cartas que Darwin le enviaba a su esposa. En ellas contaba con desesperación como Annie se le iba y cómo él no podía hacer nada para salvarla, pues el avance de la medicina era incipiente. Era una paradoja porque mientras el investiga sobre la vida, su hija agonizaba...".
El mismo médico que no pudo salvar la vida de la pequeña Annie siguió tratando las dolencias de Charles Darwin y finalmente concluyó que nunca sanaría si no volvía a recuperar la fe. Pero no la fe en la Vida en el Más Allá, sino en la Vida de verdad, la del Más Acá.
Darwin, el agnóstico, escribió: "No tengo miedo de la muerte. Recuerda qué buena esposa has sido para mí. Dile a mis hijos que recuerden lo buenos que han sido todos conmigo. Casi ha merecido la pena estar enfermo para recibir vuestros cuidados".
No caigan en la trampa de la angustia existencialista y Amen la Tierra.
La Naturaleza está llena de crueldades y, como dice Hooker en la película, no es tanto una muestra de la perfección del plan divino sino un gran campo de batalla en el que sobrevive el que mejor se adapta.
Así y todo, el Hombre con su lírica y con películas como Creation u obras como El Origen de las Especies, la ha convertido en lo más hermoso que conocemos de nuestro frío, caótico y vacío Universo.
No se pierdan Creation.
Así de puñetera es la Naturaleza que tanto gusta a los jipis:
Así de puñetera es la Naturaleza que tanto gusta a los jipis: