Yuri Herrera: La transmigración de los cuerpos.
Periférica.
Vuelvo a Yuri Herrera, a ésta su última novela, como quien regresa a un amante prodigioso. Porque sí: su escritura hace palpable el idioma,lo transmuta, lo somete a procesos de aceleración celular en la probeta de su particular laboratorio.
El resultado suena a lo que no existe, a frontera, a elevación espiritual y pulposa de la carne, a terreno inalcanzable para los humanos.
Leer a Herrera es sentir un cosquilleo progresivo en la nuca. Terminar con la cabeza taladrada. Asomarse al borde del barranco. En algún momento alguien nos empuja y plaf, nos vamos al carajo.
Les dejo la primera frase para que, como el Alfaqueque cuando se entrega a la Tres Veces Rubia, deseen tener a mano un condón que les evite desparramarse por completo: «Lo despertó una sed lépera, se levantó y fue a servirse agua pero el garrafón estaba seco y del grifo escurría nomás un hilo de aire mojado.»
Lean, pues.
maria ana
Lo bonito de la sed lépera es sentirla, mientras sientas seco, húmedo o inundado, está bien. Quizás para el seco haya un vaso de agua helada a la vuelta de la esquina, para el mojado una franela para secar. Todo es tan relativo… Saludos
Leonor Ruiz Mtez.
Saludos, María Ana. Gracias por tu comentario.